Suria siempre todos los lunes, antes de cada consejo de curso, practica lo que dirá en frente de todos esos inadaptados bulliciosos.
Y podría decir que todos sus discursos son iguales.
Cuando llegué a casa y me dirigía a ser una pared más de mi habitación, me dí cuenta que Nora me había desalojado.
No estaban mis cosas, las murallas tenían otro color y se había atrevido a sacar mis dos relojes antiguos y los había exiliado hacia el cuartucho de atrás. En ese momento me di cuenta que; ya no tendría ventanal y que ya no podría escuchar los ruidos que me ofrece la calle todas las noches.
Mi ex- habitación ahora tenia un color que no me dejaba mirar por mucho tiempo, era muy luz y no tan oscuridad como el morado de antes.
MI morado que ahora era lijado.
Entonces comprendí que los cactus de Nora toman mi vida.
Me marche sin ganas de reclamar lo que era mio, me senté, lo único que tenia en mi nueva habitación, era un tronco, observe la ventana llena de pelusas y tierra, a ratos formaba siluetas, a ratos me hacia pensar que no soy nadie.
Entraste y ya no te puedes arrancar, puedes pensar que podrías, pero en realidad nunca lo harías.
ResponderEliminarEntonces cada vez que quiero arrancar, huyo rápido para ni siquiera tener tiempo de arrepentirme. Pero ni tan rápido, ya que en el camino voy siguiendo la historia